Y dale alegría a mi corazón.

  Dos pasiones que juntas arman un carnaval.


Dentro de todas las extravagancias y maneras de vivir el fútbol por Marcelo Bielsa, es sabido que  tatarea las canciones de los hinchas en uno que otro partido. Este simple hecho no sólo ratifican dos grandes verdades: lo importante que es la música en el fútbol y que Bielsa es un tipo que sabe y siente lo que es este deporte en todos sus ámbitos.

Como bien sabemos el fútbol se vive dentro y fuera de la cancha, porque el denominado deporte rey es una verdadera fiesta y un espectáculo digno de admirar y como buena fiesta debe poseer entre sus protagonistas la música. La relación de la música con el mundo futbolero es más que evidente,  la música es parte esencial del folclore de la caprichosa, esas pegajosas e ingeniosas canciones que se adueñan de cada partido e inclusive dejan de lado en algunas oportunidades a lo que sucede dentro de la cancha, canciones utilizadas para manifestar la adhesión al equipo, las alegrías y penurias vividas con el escudo en el pecho, para cantarles a los ídolos y por qué no para reírse del rival. Así se vive el fútbol,  cantando hasta quedar sin voz.

Pareciera que el mundo de los bajos y guitarras están alejadas al mundo de las gambetas y rabonas, pero no, tienen demasiado en común y una vida sin ellos no podría ser vida. Por ello, son una mezcla perfecta: ambos hacen la vida más amena al ser humanos, ambas son pasiones desenfrenadas y ambas barren con la política y tabúes de las sociedades. El fútbol y la música, esos elementos que nos hace despertar todo tipo de emociones y nos hacen volar hacia lugares desconocidos y porque si el paraíso existiera no cabe dudas que tendría música y fútbol entre sus filas. Por eso, que se hilvanen es tan sublime y bello.

Somos sudamericanos, llevamos esto en la sangre y cada vez que el equipo está por saltar al terreno de juego lo hacen con una canción de fondo entonadas al unísono por todos los hinchas. La pelotita ya está en juego y los cantos continúan todos acorde a la ocasión, si el cotejo se ve complicado aflorará un canto de aliento, si se aprecia que el partido está feble asomarán esos cantos en que se piden “huevos”, en algún momento los cánticos irán dirigidos con mucho “amor” al eterno rival, además surgirán letras en donde se le jura amor eterno al club. Como se aprecia, las canciones abarcan sobre diversos temas que se viven en el fútbol.
Se le canta al equipo, a los ídolos, a los rivales, a los dirigentes y a la represión, sin embargo, en algunas ocasiones  se han dejado atrás estas temáticas, ya que muchos cantos van destinados a sus contrincantes ¿Al eterno equipo archirrival? No precisamente, sino que se deja de lado el club y los protagonistas son los barristas pseudos hinchas del club con letras en donde sacan pecho porque “hicieron correr” o le robaron los lienzos a sus “rivales”. Canciones que manchan la esencia del fútbol, letras burdas y vacuas, las cuales son entonadas por personas que al parecer jamás evolucionaron del mono…

Por otra parte, esta otra forma de sentir el fútbol (la música futbolera) le propina un colosal favor a los músicos creadores de las canciones, pues claro si es casi insostenible no escuchar alguna canción de Calamaro o de los Cadillacs y acordarse de la letra que se entonó con entusiasmo el Domingo en la cancha, qué mejor publicidad podrían tener estos artistas si su música llegó a las galerías y permanecen vigentes semana a semana.

Si un tipo como Bielsa se deja llevar por las perspicaces letras canturreadas en los Estadios, un simple amante del fútbol también se dejará llevar, pero cuando prácticamente todo el planeta se rinde a una canción futbolera es porque la letra debe ser muy buena y pegajosa. Brasil ¿Decíme qué se siente? Pobre de los brasileños, quienes fueron el centro del Universo durante más de un mes y todos le hacíamos la misma pregunta: ¿Decíme qué se siente? Qué mejor ejemplo de que la música en el fútbol es fundamental, esta “humilde canción argentina” se transformó sin lugar a dudas en el hit mundialero dejando atrás a las millonarias canciones impuestas por la FIFA donde ni con todo el dinero que tienen pudieron ante el ingenio de los hinchas de la albiceleste. Te juro que aunque pasen los años nunca lo vamos a olvidar.

Todos podemos cantar y en compañía de los hinchas entonar estas lúdicas letras. Quizás no tengamos la magnánima voz de Freddie Mercury, no estemos acompañados por la guitarra de Frusciante o el bajo de John Entwistle. No obstante, tenemos las ganas y pasión para entonar enérgicamente las letras que incluso nos acerca aún más al club que tanto queremos y genera identidad.

Pequeños detalles hacen más hermoso este deporte llamado fútbol.





Un discurso para la historia.



Un país sin memoria es un país sin identidad


Al igual que años anteriores el discurso público se hace presente en las aulas, por ello cada joven debía preparar el suyo, manifestando un tema libre. Por ahí los nervios y ansías comienzan a florecer, quizás algunos temían más a la imagen de la profesora que a la misma nota. En fin, la escena se volvía un tanto repetitiva y el ambiente era símil a de un funeral, casi como si la hora de sus muerte se aproximara paulatinamente. Si al minuto de dar el discurso las pulsaciones estaban a mil, ni imaginar si el contexto fuera un bombardeo a la mismísima Moneda, con un golpe de Estado a la vuelta de la esquina. Ahí sí que da para preocuparse y tener nervios de acero.

Otro año más pasa en la historia de Chile de aquella coyuntura que transformaría en todos los aspectos al país de la larga y angosta franja de tierra. ¿Olvidemos? Jamás, una mala característica del chileno es su memoria frágil, la cual se debe irrigar constantemente o si no se seca, al igual que ese arbusto mal cuidado y que crece torcido, como grandes paisajes de la historia chilena. Seguirán cayendo hojas en el calendario y podrán pasar otras cuatro décadas y la mancha en Chile producto de la Dictadura jamás se borrará. Se dirá hoy, mañana y pasado, se dirá el otro año, el próximo y así sucesivamente, y la frase será la misma de siempre. Ni perdón ni olvido.

Un día triste que dejó sinfines de caídos, familias destruidas, un país devastado, un antes y después, héroes anónimos y un gran discurso. Precisamente ese  último discurso de Salvador Allende certificaría que era dueño de una labia prodigiosa.

“Para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia”
                                         Mario Benedetti.

El hombre que llevaba como médico de profesión y la revolución en su corazón, habló en cinco oportunidades por intermedio de la radio durante la mañana del 11 de Septiembre, cuyas primeras cuatro alocuciones fueron emitidas por radio Corporación (la del partido Socialista). Finalmente el quinto y último discurso se difundió únicamente por radio Magallanes, considerando que a esa altura diversas emisoras ya no estaban al aire, con excepción a una que se dignaba a exponer los discos de  Los Quincheros…

El panorama se venía gris, en un momento tan delicado, por lo general cualquiera quedaría paralizado y con la mente prácticamente en blanco. Con muy poca capacidad de reacción y de razonar. Algunos apegándose a su “luz divina” u otros maldiciendo a medio mundo.  Increíblemente Allende no hizo ni lo primero ni segundo, es más cuesta creer que realizara una alocución de esa dimensión, improvisando con elocuencia y elegancia un discurso para la historia.  Ratificando su poderío con el mundo de las palabras, dejando entre ver ese don que pocos poseen. Ante tanta tensión, en ninguna instancia se dejó entre ver un dejo de nerviosismo, alguna palabra mal mencionada o una frase mal hilvanada, muy por el contrario y jamás convocando a su gente para que se sacrifiquen por él. La historia los juzgará mencionó, puede tener razón, sin embargo, la justicia increíblemente aún brilla por su ausencia.

Con magnánimo discurso no sólo quedó escrito en la historia nacional, sino que se instauró en la retina de cultura de la humanidad, convirtiéndose en un patrimonio dignísimo de escuchar una y otra vez.


“Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”

Te odio.


       ¿Qué sería del fútbol sin un máximo archirival
¿A quién se le dedicarían cánticos? 
¿A quién se le va querer ganar a toda costa?


Un padre regalonea a full con su pequeño hijo, todo va de maravillas, poco parece importar que “el regalón” tenga la casa convertida en un vertedero, nada irrumpe con el amor paternal, hasta que el niño osa en decir la palabra inhibida, esa que no se debe pronunciar en el hogar. El nombre del archirival.

Por más que algunos detractores de este deporte se esmeren en decir que sólo es un juego, sabemos muy bien que la cosa no es así, al contrario, y qué mejor que verificarlo analizando el rostro de algún hincha después de ganar o perder un clásico. Si es que sale vencedor todo le es felicidad, le da lo mismo si sube o no el valor del transporte público o el pan, sin embargo, si es derrotado no se le puede hablar por un largo período. El fútbol muchas veces es el responsable del estado anímico de la semana siguiente.

La caprichosa nos hace diversos regalos, el amor y fidelidad a un club, alegrías y tristezas de vivir aquella adhesión, ídolos, momentos sublimes y verdaderos funerales futboleros y hay que decirlo también nos da un eterno adversario. Ese equipo que no se puede ver, al cual se le desea lo peor de lo peor, al que se mira de reojo, ese que se aborrece pero se necesita. Tal como escribió García Márquez: “El odio y el amor son pasiones recíprocas”.

Pareciera extraño, insólito e irónico, pero esta rivalidad mutua y declarada pareciera indicar que el contrincante por excelencia “da lo mismo”. No obstante, ambos se solicitan e inclusive se buscan constantemente. El hincha común y corriente que en su vida cotidiana satiriza con la situación del rival, provocando y buscando la respuesta inmediata o los propios jugadores lanzando dardos a su querido rival y anhelando que el juego coexista una recíprocidad.

Numerosos procedimientos se ejercen para manifestar todo el “amor” que se siente hacia el despreciado contrincante. De partida no se nombra, pues claro mejor ejercer un sinfín de epítetos para evitar llamarlo por su verdadero nombre, por ello es normal escuchar equipos con el calificativo de: la contra, los de la vereda de al frente, los otros o también calificarlos por su posición en la Tabla. Soslayar cualquier tipo de noticias relacionada a ellos. Una que otra morisqueta no viene mal. La irracionalidad y la pérdida de raciocinio es un “mal” que se adopta con el fútbol, por entonces no es anormal que una “salida de madre” se adueñe del hincha y le dedique un tierno rosario al club opositor. Siempre hay un jugador insigne en un club, bueno con él siempre se va a ensañar, por lo general. 

La rivalidad es buena, ya que hace aún más atractivo este deporte y genera un condimento especial. No obstante, es cuestionable todo acto de violencia, porque cualquier persona con un poco de educación y cultura no llegaría a los golpes tomando como excusa su club de fútbol.

Ya en el momento en que se empieza a palpitar el encuentro con el rival todo es distinto, una mezcla de ansias y nervios florecen en un santiamén y se adueñan del seguidor, es el partido que no se puede perder y se gana como sea y cuando es "como sea" es literal. Se gana como sea, así de breve y conciso. En el pitazo inicial se experimentan transformaciones que sólo un duelo trascendental puede generar, como aquel hincha que se vuelve religioso siendo ateo o ese que en su vida ha prendido un cigarrillo y de tantos nervios ya se ha fumado la cajetilla. Eso y más generan las aspiraciones de imponerse al máximo rival. Si se vence es sinónimo de seis meses de tranquilidad, de lo contrario son largos seis meses de angustia, impaciencia y añorando el próximo encuentro.

¿Apoyar al rival por el bien del fútbol nacional? ¿Qué es eso? Debe ser un chiste de mal gusto. Seamos sinceros y no hipócritas, nunca se va pretender ver celebrar al hincha antagonista, por muy familiar o amigo que sea.

"La medida de nuestro odio es idéntica a la medida de nuestro amor"
Carlos Fuentes.

Por último, aún no se logra comprender a aquellos que crucifican una rivalidad futbolera, que hablan de un fanatismo idiotizado y satanizado.

Si el tema es más que sencillo, uno quiere ver a su equipo festejar y al archirrival hundido en el abismo de la derrota. Es la esencia del fútbol.

Simplemente fútbol.





En una fría caminata matutina, se observa tu rostro aún dormido y ni idea de cuál será tu destino, pero sé que tu corazón se mantiene prendido. Sé que es el fútbol quien te ilumina y te produce cierto descontrol.

Quizás sea una pasión desmedida, inentendible y a veces mal vista. Una enfermedad que no posee sanación, ni siquiera Freud podría con este delirio,  ni una retroexcavadora derriba este amor. 

Te juramos fidelidad y credibilidad por sobre todas las cosas, somos testigos de aquellos milagros, practicamos tu religión en cualquier momento y cada Domingo te vamos a visitar. Es simplemente fútbol, esta religión que no tiene ateos y miles de files.

Si nos damos un paseo por los libros de historia, bastante escaso es el aporte del deporte más popular en los párrafos de los historiadores universales. Sin embargo, la alegría de la gente perpetuamente está en la cotidianidad de la sociedad, ya que todo se relaciona con el fútbol, es el sentimiento más compartida y es imposible vivir sin él. El mundo gira en torno de la caprichosa.

Muchas veces el fútbol es culpable de los cambios de humor, si el equipo gana todo es alegría y poco y nada incumbe lo que el mañana pronostica, ya que el equipo de tus amores ha vencido. Por el contario, al ver caer aquel club de tu vida el mundo se derrumba, la panacea acá no juega, la cena en familia se transforma en un velorio y el rostro pusilánime se mantendrá hasta el próximo cotejo. Las penas del fútbol sólo se pasan con fútbol.

De que nos hace perder el raciocinio es muy verídico, las pulsaciones están a mil y definitivamente no se discierne más allá de la pelota, no se discurre con la mente fría sino todo es producto del corazón. Como diría un gran filósofo francés: Aliento y luego existo.

Vivir un partido es la emoción en su máximo esplendor, la adrenalina, emoción y exaltación nos hacen convivir con serios problemas cardiacos, ya sea practicándolo o alentando al equipo de tus amores y eso que es simplemente fútbol. Por otra parte, acá en esto llamado fútbol cualquier cosa sirve como pelota, tapas de botellas, botellas, trapos, un montón de papeles, en fin, cualquier elemento por satisfacer las ansías de divertirse jugando con la pelota. El hombre se vuelve niño corriendo tras del balón y el niño se hace hombre con gallardía y valentía buscando la tan apetecida victoria.

Futbolísticamente hemos tenido amores, al que idolatramos por sobre todas las cosas y en alguna ocasión hasta poseemos su nombre arbitrariamente, queremos ser como ellos. El fútbol tiene estas cosas bellas de darnos ídolos, los cuales respetamos y admiramos. Ven si esto es una verdadera religión, con Santos, devotos y también mucha corrupción, ya que este añorado espectáculo tiene su lado oscuro y no todo es miel sobre hojuelas o sino veamos a la FIFA.

Resulta increíble lo que produce este simple juego en la sociedad, un deporte originado en Europa y perfeccionado en Sudamérica. Somos unos locos que vivimos en este mundo escrito por todos aquellos que integran este deporte.

No obstante, son diversos los detractores del popular fútbol, e inclusive hasta le han dedicado frases de total desacuerdo  al fútbol, por ejemplo, Jorge Luís Borges que enfatizó: “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Quizás al destacado escritor argentino le faltó su más que merecido Premio Nobel y además gritar un gol.

La luna es redonda, el mundo e inclusive Inti, es decir, todo tiene que ver con una pelotita caprichosa, añoramos convertirle un gol a la vida y gambetear las inequidades. Todo tiene que ver con este deporte e incluso genera identidad a un país porque va entrelazado en las venas de la sociedad.

Leales, seguidores y adictos al fútbol.  

Soberbia educación.




                                                        ¿Así se transfiere la educación?


Sin dudas eres el mejor. Te gusta cómo se lee aquello, pero eres el mejor. Porque siempre destacas y estás por encima de los demás. En tu época escolar  tu vocabulario era superior al de tus pares, a la hora de resolver problemas matemáticos siempre el primero en finalizar, nadie sabía más que tú en química y eso que se llama física era algo ligero para ti. Así creciste, así varios crecieron, ahora ya son adultos  y siguen creyendo que son lo mejor de lo mejor. La problemática radica es que aún continúan creciendo niños y jóvenes con dicho modelo.

Pareciera que en ellos hizo eco una educación de calidad (qué frase más manoseada últimamente), ya que cuantiosos personajes  defienden a ciegas aquel prototipo de formación. Fomentar una educación competitiva,  disputando inútilmente con sus compañeros y  vanagloriando su superioridad ante sus propios compañeros. ¿Esa es educación?

“Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será”
Miguel de Unamuno.

Tristemente apreciamos la soberbia educación, en diversos sitios, ya sea trabajos, medios de comunicación, colegios e inclusive en núcleos familiares. Una numerosa responsabilidad de esta soberbia educación la adquieren sus formadores, sus líderes e incluso padres. Qué duda cabe que en colegios practican esta soberbia educación. Fomentan el arte de competir por sobre todas las cosas,  los doctrinan como si estuviesen en la hípica. Corriendo por los palos cegados para ganar y sin mirar al que está a su lado. Parece insólito pero ¿contra quiénes compiten? Acaso contra sus propios compañeros… Posteriormente, crecerán y serán el fiel reflejo de esta educación y poco y nada contribuyeran a mejorar la sociedad y con situaciones tan básicas como nutrir una buena convivencia  con sus pares.

Su soberbia educación la hace partícipe constantemente en su vida cotidiana, en lugar que está deja recaer sus aires de superioridad. Tienen que ser el cetro de atención y si no es así hará todo lo posible por conseguirlo a través de su arrogancia y soberbia educación. La sabiduría se debe saber utilizar no desperdiciar.

¿Es necesario jactarse de sus hechos? ¿Tienen que hacer vox populi de los sabios que son? Sí el que es culto no necesita alardear de ello al igual de quién es “bueno para la pelota” no requiere dar declaraciones para reafirmarlo. Ser culto no puede ser sinónimo de tener derecho a pisotear al que sabe menos. La cultura se debe fomentar no atormentar.

"Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro".
Eduardo Galeano.

Si la soberbia educación persiste, ayudará a contribuir a un clima hostil, el cual favorece al individualismo, ese famoso "yo yo". Poco y nada servirá tanta sabiduría si constantemente se emprende en recriminar y ufanarse de sus actos. Un baño de humildad por favor.

Porque la educación no es sólo absorber y consumir conocimientos sino que también conlleva a recrearla positivamente ante los demás.



Pichuleros

 En un viaje por la historia revisaremos a dos grandes delanteros que tuvo el fútbol chileno y deslumbraban con sus fintas y goles. Uno proveniente de Rosario y el otro de Puerto Natales ¿Qué tienen en común? que a ambos se les denominaron como pichuleros y quedaron en la historia grande del fútbol nacional.




Goles, gambetas y show.


 De chilena ante Brasil por las Semifinales de 1962.


En la actualidad pareciera que todo nos encandila, somos tan fácil de sorprender que osamos en llamar maravilla o fabuloso a cualquiera. Sin embargo, ya no se ve ese acontecimiento de ir al Estadio sólo por apreciar a un jugador, sí, ir al cetro futbolero por un sólo jugador, el cual efectivamente es una maravilla.

Era sagaz, irónico, habilidoso, novedoso, alegre y para resumir todos los epítetos aludidos en una solitaria palabra, él era “pichulero”. De los más grandes de la historia del balompié nacional y por supuesto de la Unión Española. 

De pequeño deslumbraba con la caprichosa, en su etapa escolar enloquecía a sus compañeros y los curas del Colegio Hispano Americano no soslayaban la habilidad de Nino.  Y encomendado a Dios los curas lo hicieron recaer en las filas de la Unión Española. Curioso que los dos máximos ídolos hispanos hayan pertenecido al Colegio Católico de Santiago. Ya Nino era parte del equipo del águila negro.

Hasta que llegaba el debut de Honorino, era el 1959 y al frente estaban los celestes de Rancagua quienes evidenciarían el estreno de uno de los mejores centros delanteros de toda la historia. Auguren cómo habrá sido su comienzo, con tres goles iniciaría la carrera de Honorino Lanada, tres goles para la historia, una tripleta o un hat-trick, ya que estamos tan ingleses… Quizás ahora se hubiese llevado la pelota para la casa, lo cierto es que aquel día Nino no se llevaría el balón pero sí se llevaría el cariño del hincha eternamente y comenzaría a sembrar una historia. Aquel año la Unión sólo concluiría en la sexta posición pero adquiriría a un talentoso goleador.

Nino no cesaría en festejar, a una corta edad ya deslumbraba con sus “cachañas” y goles, eso sí su equipo no conseguía escapar de la medianía en la Tabla. No obstante, Honorino Landa alcanzaba la cima del tan ansiado cetro de goleador del Campeonato, fue en el 1961 llegando 24 veces a la red y en vísperas del Mundial que realizaría Chile. Por causa y consecuencia, Honorino sería el delantero para la máxima cita futbolera.

Dio el puntapié inicial de aquel Mundial, era titular del histórico equipo, se fue expulsado ante Brasil por Semifinales, sin embargo, no pudo llegar en ninguna oportunidad a la red. Duramente criticado por la prensa, para muchos fue una decepción la participación de Nino, ya que no pudo convertir ni  un solo gol. La efervescencia post Mundial se situaría en su máximo esplendor en la sociedad y hasta el día de hoy, pero Honorino tenía que seguir su trayecto repleto de goles y talento. 

Cuando el fútbol se hace magia llena de asombro las miradas del espectador, y qué duda cabe que Honorino Landa lograba hechizar al público con sus bellas jugadas. Él era un jugador que no sólo hacía goles o enganchaba a los rivales, él era un jugador que brindaba espectáculo, él era alegría.

Todos jugaban con las medias arribas, bien puestas excepto uno, Honorino Landa, pues claro si el delantero hispano era un espectáculo. Al arquero de la UC en cada tiro de esquina, Nino se atrevía a bajar sus pantalones. Pobre el arquero de Rangers, que tenía que correr como Usain Bolt para alcanzar al goleador que le quitaba su gorro cada vez que convertía., pobre Rodenack. En más de una oportunidad se iba del Estadio, sí abandonaba el partido y luego volvía, lo cual generaba la irritación fulminante del rival. A Colo Colo le convirtió un golazo por la Libertadores, lo curioso fue el festejo, ya que se iría por la pista atlética gambeteando a los señores de verde, no le bastaba con hacer fintas a los defensas sino que ahora también innovaba con los carabineros. Sus gambetas indignaban a sus contrincantes y en más de una oportunidad se llevaría “caricias” de parte de ellos y para Nino eran “tontos graves”. Cuántas veces Landa llenaba de túneles al rival y también colmó de “caños” en un amistoso ante la Argentina y dejó recaer dos goles en una tarde en el Nacional ante la albiceleste que empató a tres ante su símil chileno.  Inolvidable aquella vez que se iría expulsado tras una fuerte entrada a un contrincante, por consiguiente, Honorino al abandonar la cancha se devolvería y besaría la cabeza del árbitro, lo cual generó esporádicas sonrisas de la afición.

Ese era Honorino, un loco del fútbol que además se dejaba recaer en brazos de cuanta mujer podría llegar, ya que además le combatía palmo a palmo a Tito Fouillioux en las fanaticada fuera de cancha. Quizás ahora Honorino sería parte de la alcurnia farandulera, eso nadie lo sabrá.

Un día fue granate, acerero, carabelero, green e incluso aviador. Sin embargo, siempre será rojo como su querida Unión Española, donde debutó, convirtió, gambeteó y consiguió su único título.

 Las jugadas de Honorino quedan en el recuerdo, la audacia y perspicacia no quedan en vano porque Nino Landa es de los más grandes delanteros que ha tenido el Torneo Nacional. Ahora por hacer un par de goles son maravillas y piensan en irse al extranjero, no obstante, ser maravilla, “pichulero” y un histórico del fútbol chileno no cualquiera lo logra.






Una finta a la historia azul


 Con la redonda bien pegada al pie.


Espigado y delgado, con sus botines bajo el brazo. Así llegaba, un joven oriundo de Rosario repleto de esperanzas  y de magia. No era uno de esos magos que con su varita realizan maravillas, no era de esos magos que deslumbran con sus ilusiones, no era mago de bautizos, en fin, él sólo hacia magia con sus piernas y así entraría en la historia grande azul.

Un cuento sin fin, pero esa era la realidad que escribían entrenadores y presidentes, un cuento que al leerlo uno considera como una colosal injusticia. Pues claro,  si Carlos Campos es nuestro goleador histórico, gordo y todo siempre convertía, el pobre Misael Escuti llegaba a soñar con los goles del “tanque”. Parece insólito que a pesar de que el popular “tanque” derrochaba goles y más goles, para los clásicos no defraudaba y centro de Leonel era gol de Campos. Entonces sigue pareciendo extraño que aun así se esmerarán en  hallarle un reemplazante.

Con ello, el máximo artillero azul sucumbió con cada delantero que provenía para adueñarse de la delantera de la U. No obstante, sólo uno pudo apropiarse de la posición y salir de la regla: delantero que llegaba quedaba relegado al banco y no conseguían destronar los goles de Carlos Campos. Cómo será de espectacular este espigado delantero que en su partido de prueba Campos ya auguraba que perdería el puesto y señalaba: “era un tipo fenomenal”.

Atrás habían quedado Fumaroni, Olivares, Luporini, Daucik, Lasso y Camargo, eran parte del selecto grupo, al  cual no entraría el “flaco”. Llegó a jugar ante Municipal, fue en el Estadio de Recoleta y ante un modesto rival. Así se empezó a escribir esta historia.

Corría 1969, clima tenso producto de nuevas elecciones parlamentarias, lo que no era para nada tenso era el juego de la U de Chile. La última función del Ballet Azul, esos maravillosos años azules llegarían a su fin y la última función tendría un gran artífice.

Goles son amores y si se le agrega una finta más romanticismo a la red, esa fue la tónica de Jorge Américo Spedaletti. ¿Quién lo iba a pensar? Sí, el primer gol por Torneos del espigado y delgado delantero sería nada más ni nada menos ante la UC. A partir de ahí no paró más, era el Metropolitano, y Spedaletti ya demostraba su potencial goleador con 4 partidos consecutivos anotando e inclusive en su primer partido contra el archirrival anotó.  Los azules fueron campeones invicto del Metropolitano y Jorge Américo su goleador con 7 goles y misma cantidad de partidos. Con ese inicio seducía hasta al más pesimista de los hinchas.

Ya se había conseguido el Torneo Metropolitano, ahora el objetivo primordial no podía ser otro que el máximo cetro nacional. El plantel se había reestructurado cabalmente, tan así que Leonel sólo estuvo en 4 partidos, el “Pluto” presente en 2 y Carlos Campos en un partido, no obstante, el “Tanque” anotó. Por consiguiente, ya habían quedado atrás los jugadores del antaño Ballet y los goles ahora eran obras de Jorge Américo, fue goleador del Metropolitano  y en el Nacional no podía ser menos.

Definitivamente Spedaletti se adueñaría del puesto, sería el goleador azul hasta 1973, ya que se marcharía para entrar en las filas de la inolvidable Unión Española, luego en otro equipo imperecedero como el Everton campeón de 1976. Jorge Américo sí que fue partícipe de equipos gloriosos.

 Siempre figuró como el goleador del equipo, desde que comenzó hasta su éxodo. Sin embargo, en sus últimos años perdía el dominio de goleador superlativo, no era el mismo que convertía en misma cantidad de partidos, seguían las gambetas y fintas pero con menos eficacia. Por ejemplo, el último torneo en el cuadro azul, Spedaletti fue el segundo máximo artillero con 7 anotaciones muy por debajo del joven y talentoso “Lulo” Socías con 18 citas con la red.

Tanta elegancia, fintas y goles no pueden estar ausentes ante los clásicos rivales, un jugador que pasa inexistente en los clásicos mejor que no reaparezca más por el club. Ante la UC Jorge Américo se haría presente en 5 ocasiones. Por otra parte, al máximo archirrival su realidad no fue muy disímil como ante los de la UC, ya que nunca defraudó contra los albos y les convirtió la misma cantidad de goles que a los de la franja. Un hombre que repartía goles de manera equitativa.

 Volvería a vestir con la U en el pecho, con un paso menos exitoso que el anterior y yacería en el 1978 una vez más en los pastos del Nacional. Aunque, esta vez el “flaco” tendría menos citas con la red, una realidad opuesta a su historia vestido de azul. Aquel año que la U vería en su banco a Nélson Oyarzún, Ulises Ramos y Fernando Riera, sería finalmente el último del gran Jorge Américo Spedaletti. Se iría con 6 conquistas, y así como su primer gol oficial sería en un clásico su última cita con la red no podía ser de otra manera y ante el máximo rival.

En la historia grande azul entró, al área rival elegantemente marchaba y una que otra vez sagazmente se dejó caer para llegar al penal, espigado y delgado hábil y letal, “pichulero” como él solo. Sus gambetas en la memoria quedarán, su gol a Alianza Lima siempre se admirará y “el gol a lo Spedaletti” se añorará.


El defensa queda tirado en el suelo, el portero se prepara para ser eludido y el arco queda a disposición para el gol de Spedaletti. Jorge Américo Spedaletti.