Te amo.


El hombre de la zurda imperecedera.

Una persona que ama al fútbol, siempre va a generar un lazo especial con algún jugador en específico. Ese jugador que lo cautivó con sus actuaciones y, por ello, le brinda un tributo único.  Ese jugador que lo hizo emocionar en más de una ocasión. Ese jugador que es capaz de perdonarle todo, por la simple razón que es su ídolo futbolístico. Como buen amante del fútbol no puedo dejar de venerar a un jugador, de una zurda exquisita, goleador nato, con una calidad tremenda y un ganador por excelencia. José Marcelo Salas Melinao.

Desde pequeño que crecí viendo al gran “Matador”, fue siempre la figura a seguir en el ambiente futbolístico. Un tipo que me fascinaba por su descomunal calidad, ese olfato goleador, el liderazgo que implantaba a sus compañeros, aquel típico festejo y más aún por aquellas historias narradas, las cuales tenían a él como protagonista de volver a teñir el cielo de azul. Por ello, coexiste un grado de locura que se genera por la idolatraría que se siente hacia este ídolo, por ejemplo, llegar a llorar por una actuación inolvidable del jugador,  frustrase porque el entrenador no lo tomó en cuenta o lo “mandó a las duchas” e incluso omitir comentarios cuando el ídolo comete algún error.

Hay jugadores que nacen con una varita mágica, aquella que cuando la ocupan son capaces de derribar hitos. Ese es el caso del temuquense, que con sus goles fue capaz de contribuir a derrumbar hitos y a punta de goles sembrar el camino a la historia grande en sus respectivos equipos. Primero, fue pieza clave para  la llegada de un Campeonato esquivo durante 25 años. Posteriormente, fue capaz de ser goleador en el competitivo fútbol argentino (tierras históricamente  inhóspita para los chilenos) de transformarse en ídolo y referente para los hinchas “millonarios”. En llegar a Italia y ser goleador inmediato, adquirir campeonatos y dejar un legado imborrable en el Calcio. Con la selección nunca defraudó, sus goles situaron a Chile en la máxima cita futbolera y llegaría a ser el máximo artillero de “La Roja”.

El Matador, gran goleador y con su zurda me cambia el humor. Que hacía temblar a cualquier defensor porque en el área era un depredador.

Lo que llega a generar Salas es único, ya que como hincha uno es capaz de festejar y llorar por el equipo de tus amores. Sin embargo, por un jugador en especial acontece escasas veces y cuando llega a suceder es una sensación inigualable, por el gran motivo que genera poseer un ídolo en el fútbol.

Un ídolo futbolístico es aquel que deja todo en la cancha, que encandila por esa pasión y espíritu de sacar al equipo adelante, que alcanza un grado de liderazgo en el equipo y llega a  transformase en un referente. Todas esas cualidades las posee Marcelo Salas, quien hasta sus últimos días en actividad demostró ser un líder para su equipo. Puesto que ni el más ortodoxo hincha de algún equipo rival de los que Salas defendió no puede negar la  tremenda calidad  que Marcelo poseía.

Sin dudas todo el pueblo chileno gozó con las diversas actuaciones que Salas ofreció en la selección (no en vano sus goles dieron boletos a Francia) generaría 37  alegrías y momentos de júbilo para todos los seguidores de “La Roja”. No obstante, no todos pudieron gozar en su totalidad a Marcelo Salas, y lo sufrieron como rival. Ese Marcelo Salas que hizo más grande al club de sus amores, que emociona a la fanaticada azul con sus goles, que no tuvo ninguna cuota de respeto ante el archirrival y le anotará una impecable tripleta, el “Matador” azul que a una corta edad ya comandaba a la U a ir más allá del horizonte, aquel que de manera imperecedera emocionará con su gol en el Clásico Universitario del año 1994. Por eso Salas es mi gran ídolo futbolístico, por todas las alegrías que le entregó al pueblo de la U en el pecho.

Llena de orgullo ver triunfar a Salas en tierras argentinas, y más aún que el hincha de River Plate le otorgue una pleitesía pocas veces apreciada a un jugador extranjero, es más Marcelo Salas ha sido de los pocos jugadores no argentinos en poseer la capitanía de la “banda sangre”. El “fenómeno” o el “shileno”, como sea denominado, Salas propagó un vínculo increíble con la escuadra millonaria y eso no lo hace cualquier jugador. En River pueden transitar buenos jugadores y los hinchas se lo agradecerán, sin embargo, meterse de lleno en el corazón de los apasionados hinchas de River no cualquiera. ¡Qué orgullo Matador!

Son tantos goles que hizo Salas que sería injusto quedarse sólo con uno. De inmediato se nos viene a la mente varias imágenes de Marcelo finiquitando ante el portero. Como ante la UC, Inglaterra en Wembley, Italia en el Mundial, el famoso “Salas y River campeón”, el golazo ante Sao Paulo o su última gracia ante los uruguayos en el mítico Centenario. Difícil misión aunque todos tienen en común la calidad y ese maravilloso festejo.

 El Matador ya se retiró, y como fiel seguidor me emocioné al verlo jugar por última vez profesionalmente (ante Cobreloa y no se iría golpeando al árbitro sino que anotando y recibiendo el cariño de su gente) La vida futbolística del jugador no termina cuando pone fin a su carrera sino cuando los hinchas los olvidan por completo. Claramente ese no es ni será el caso de Marcelo Salas. Porque es recordado en cada momento y no importa la fecha, año o lugar para conmemorar aquellas esplendorosas actuaciones que el oriundo de Temuco entregó.

Porque fue un placer verlo jugar, gozar con su técnica, ser un beneficiado por su legado, estaré perpetuamente agradecido del eterno José Marcelo Salas Melinao.

Te amo… futbolísticamente hablando.