Pichuleros

 En un viaje por la historia revisaremos a dos grandes delanteros que tuvo el fútbol chileno y deslumbraban con sus fintas y goles. Uno proveniente de Rosario y el otro de Puerto Natales ¿Qué tienen en común? que a ambos se les denominaron como pichuleros y quedaron en la historia grande del fútbol nacional.




Goles, gambetas y show.


 De chilena ante Brasil por las Semifinales de 1962.


En la actualidad pareciera que todo nos encandila, somos tan fácil de sorprender que osamos en llamar maravilla o fabuloso a cualquiera. Sin embargo, ya no se ve ese acontecimiento de ir al Estadio sólo por apreciar a un jugador, sí, ir al cetro futbolero por un sólo jugador, el cual efectivamente es una maravilla.

Era sagaz, irónico, habilidoso, novedoso, alegre y para resumir todos los epítetos aludidos en una solitaria palabra, él era “pichulero”. De los más grandes de la historia del balompié nacional y por supuesto de la Unión Española. 

De pequeño deslumbraba con la caprichosa, en su etapa escolar enloquecía a sus compañeros y los curas del Colegio Hispano Americano no soslayaban la habilidad de Nino.  Y encomendado a Dios los curas lo hicieron recaer en las filas de la Unión Española. Curioso que los dos máximos ídolos hispanos hayan pertenecido al Colegio Católico de Santiago. Ya Nino era parte del equipo del águila negro.

Hasta que llegaba el debut de Honorino, era el 1959 y al frente estaban los celestes de Rancagua quienes evidenciarían el estreno de uno de los mejores centros delanteros de toda la historia. Auguren cómo habrá sido su comienzo, con tres goles iniciaría la carrera de Honorino Lanada, tres goles para la historia, una tripleta o un hat-trick, ya que estamos tan ingleses… Quizás ahora se hubiese llevado la pelota para la casa, lo cierto es que aquel día Nino no se llevaría el balón pero sí se llevaría el cariño del hincha eternamente y comenzaría a sembrar una historia. Aquel año la Unión sólo concluiría en la sexta posición pero adquiriría a un talentoso goleador.

Nino no cesaría en festejar, a una corta edad ya deslumbraba con sus “cachañas” y goles, eso sí su equipo no conseguía escapar de la medianía en la Tabla. No obstante, Honorino Landa alcanzaba la cima del tan ansiado cetro de goleador del Campeonato, fue en el 1961 llegando 24 veces a la red y en vísperas del Mundial que realizaría Chile. Por causa y consecuencia, Honorino sería el delantero para la máxima cita futbolera.

Dio el puntapié inicial de aquel Mundial, era titular del histórico equipo, se fue expulsado ante Brasil por Semifinales, sin embargo, no pudo llegar en ninguna oportunidad a la red. Duramente criticado por la prensa, para muchos fue una decepción la participación de Nino, ya que no pudo convertir ni  un solo gol. La efervescencia post Mundial se situaría en su máximo esplendor en la sociedad y hasta el día de hoy, pero Honorino tenía que seguir su trayecto repleto de goles y talento. 

Cuando el fútbol se hace magia llena de asombro las miradas del espectador, y qué duda cabe que Honorino Landa lograba hechizar al público con sus bellas jugadas. Él era un jugador que no sólo hacía goles o enganchaba a los rivales, él era un jugador que brindaba espectáculo, él era alegría.

Todos jugaban con las medias arribas, bien puestas excepto uno, Honorino Landa, pues claro si el delantero hispano era un espectáculo. Al arquero de la UC en cada tiro de esquina, Nino se atrevía a bajar sus pantalones. Pobre el arquero de Rangers, que tenía que correr como Usain Bolt para alcanzar al goleador que le quitaba su gorro cada vez que convertía., pobre Rodenack. En más de una oportunidad se iba del Estadio, sí abandonaba el partido y luego volvía, lo cual generaba la irritación fulminante del rival. A Colo Colo le convirtió un golazo por la Libertadores, lo curioso fue el festejo, ya que se iría por la pista atlética gambeteando a los señores de verde, no le bastaba con hacer fintas a los defensas sino que ahora también innovaba con los carabineros. Sus gambetas indignaban a sus contrincantes y en más de una oportunidad se llevaría “caricias” de parte de ellos y para Nino eran “tontos graves”. Cuántas veces Landa llenaba de túneles al rival y también colmó de “caños” en un amistoso ante la Argentina y dejó recaer dos goles en una tarde en el Nacional ante la albiceleste que empató a tres ante su símil chileno.  Inolvidable aquella vez que se iría expulsado tras una fuerte entrada a un contrincante, por consiguiente, Honorino al abandonar la cancha se devolvería y besaría la cabeza del árbitro, lo cual generó esporádicas sonrisas de la afición.

Ese era Honorino, un loco del fútbol que además se dejaba recaer en brazos de cuanta mujer podría llegar, ya que además le combatía palmo a palmo a Tito Fouillioux en las fanaticada fuera de cancha. Quizás ahora Honorino sería parte de la alcurnia farandulera, eso nadie lo sabrá.

Un día fue granate, acerero, carabelero, green e incluso aviador. Sin embargo, siempre será rojo como su querida Unión Española, donde debutó, convirtió, gambeteó y consiguió su único título.

 Las jugadas de Honorino quedan en el recuerdo, la audacia y perspicacia no quedan en vano porque Nino Landa es de los más grandes delanteros que ha tenido el Torneo Nacional. Ahora por hacer un par de goles son maravillas y piensan en irse al extranjero, no obstante, ser maravilla, “pichulero” y un histórico del fútbol chileno no cualquiera lo logra.






Una finta a la historia azul


 Con la redonda bien pegada al pie.


Espigado y delgado, con sus botines bajo el brazo. Así llegaba, un joven oriundo de Rosario repleto de esperanzas  y de magia. No era uno de esos magos que con su varita realizan maravillas, no era de esos magos que deslumbran con sus ilusiones, no era mago de bautizos, en fin, él sólo hacia magia con sus piernas y así entraría en la historia grande azul.

Un cuento sin fin, pero esa era la realidad que escribían entrenadores y presidentes, un cuento que al leerlo uno considera como una colosal injusticia. Pues claro,  si Carlos Campos es nuestro goleador histórico, gordo y todo siempre convertía, el pobre Misael Escuti llegaba a soñar con los goles del “tanque”. Parece insólito que a pesar de que el popular “tanque” derrochaba goles y más goles, para los clásicos no defraudaba y centro de Leonel era gol de Campos. Entonces sigue pareciendo extraño que aun así se esmerarán en  hallarle un reemplazante.

Con ello, el máximo artillero azul sucumbió con cada delantero que provenía para adueñarse de la delantera de la U. No obstante, sólo uno pudo apropiarse de la posición y salir de la regla: delantero que llegaba quedaba relegado al banco y no conseguían destronar los goles de Carlos Campos. Cómo será de espectacular este espigado delantero que en su partido de prueba Campos ya auguraba que perdería el puesto y señalaba: “era un tipo fenomenal”.

Atrás habían quedado Fumaroni, Olivares, Luporini, Daucik, Lasso y Camargo, eran parte del selecto grupo, al  cual no entraría el “flaco”. Llegó a jugar ante Municipal, fue en el Estadio de Recoleta y ante un modesto rival. Así se empezó a escribir esta historia.

Corría 1969, clima tenso producto de nuevas elecciones parlamentarias, lo que no era para nada tenso era el juego de la U de Chile. La última función del Ballet Azul, esos maravillosos años azules llegarían a su fin y la última función tendría un gran artífice.

Goles son amores y si se le agrega una finta más romanticismo a la red, esa fue la tónica de Jorge Américo Spedaletti. ¿Quién lo iba a pensar? Sí, el primer gol por Torneos del espigado y delgado delantero sería nada más ni nada menos ante la UC. A partir de ahí no paró más, era el Metropolitano, y Spedaletti ya demostraba su potencial goleador con 4 partidos consecutivos anotando e inclusive en su primer partido contra el archirrival anotó.  Los azules fueron campeones invicto del Metropolitano y Jorge Américo su goleador con 7 goles y misma cantidad de partidos. Con ese inicio seducía hasta al más pesimista de los hinchas.

Ya se había conseguido el Torneo Metropolitano, ahora el objetivo primordial no podía ser otro que el máximo cetro nacional. El plantel se había reestructurado cabalmente, tan así que Leonel sólo estuvo en 4 partidos, el “Pluto” presente en 2 y Carlos Campos en un partido, no obstante, el “Tanque” anotó. Por consiguiente, ya habían quedado atrás los jugadores del antaño Ballet y los goles ahora eran obras de Jorge Américo, fue goleador del Metropolitano  y en el Nacional no podía ser menos.

Definitivamente Spedaletti se adueñaría del puesto, sería el goleador azul hasta 1973, ya que se marcharía para entrar en las filas de la inolvidable Unión Española, luego en otro equipo imperecedero como el Everton campeón de 1976. Jorge Américo sí que fue partícipe de equipos gloriosos.

 Siempre figuró como el goleador del equipo, desde que comenzó hasta su éxodo. Sin embargo, en sus últimos años perdía el dominio de goleador superlativo, no era el mismo que convertía en misma cantidad de partidos, seguían las gambetas y fintas pero con menos eficacia. Por ejemplo, el último torneo en el cuadro azul, Spedaletti fue el segundo máximo artillero con 7 anotaciones muy por debajo del joven y talentoso “Lulo” Socías con 18 citas con la red.

Tanta elegancia, fintas y goles no pueden estar ausentes ante los clásicos rivales, un jugador que pasa inexistente en los clásicos mejor que no reaparezca más por el club. Ante la UC Jorge Américo se haría presente en 5 ocasiones. Por otra parte, al máximo archirrival su realidad no fue muy disímil como ante los de la UC, ya que nunca defraudó contra los albos y les convirtió la misma cantidad de goles que a los de la franja. Un hombre que repartía goles de manera equitativa.

 Volvería a vestir con la U en el pecho, con un paso menos exitoso que el anterior y yacería en el 1978 una vez más en los pastos del Nacional. Aunque, esta vez el “flaco” tendría menos citas con la red, una realidad opuesta a su historia vestido de azul. Aquel año que la U vería en su banco a Nélson Oyarzún, Ulises Ramos y Fernando Riera, sería finalmente el último del gran Jorge Américo Spedaletti. Se iría con 6 conquistas, y así como su primer gol oficial sería en un clásico su última cita con la red no podía ser de otra manera y ante el máximo rival.

En la historia grande azul entró, al área rival elegantemente marchaba y una que otra vez sagazmente se dejó caer para llegar al penal, espigado y delgado hábil y letal, “pichulero” como él solo. Sus gambetas en la memoria quedarán, su gol a Alianza Lima siempre se admirará y “el gol a lo Spedaletti” se añorará.


El defensa queda tirado en el suelo, el portero se prepara para ser eludido y el arco queda a disposición para el gol de Spedaletti. Jorge Américo Spedaletti.