Chile es dueño de una lengua bastante especial
Un viaje en el micro es bastante particular,
uno se expone a divisar una serie de personajes que te pueden sacar una sonrisa
o un enfado. En este caso experimenté ambas, por culpa de la vil congestión
capitalina, no obstante, el chofer se mandaría un notable diálogo con la
persona que lo acompañaba, quién le daba consejos para que saliera del atasco.
“ Hueón tení que
estar al agüaite pa’ que te metai como sea, a la primera oportunida´ que tengai
apretai cachete no más y salí rapidito deste taco”
Sabias palabras que ni nuestro Premio Nobel
hubiese expresado de mejor manera. Con ello, simplemente se ratifica la magia
del lenguaje y el de la comunicación, pues claro así se comunican los chilenos
en el diario vivir y así se entienden.
No hay que hacerse los “lesos”,
que de seguro en reiteradas ocasiones se les ha salido un po’, cachái o un al tiro, léxicos cotidianos del chileno
que difícilmente desaparezcan. ¿Difícilmente?, bueno es prácticamente imposible
que no haya a lo menos un chileno que no enuncie las palabras aludidas
anteriormente.
La
historia la hacen los pueblos y cada pueblo tiene sus propias jergas, el lenguaje es cultura y coexiste
fielmente el reflejo de una sociedad, se podría decir que “dime como hablas y te diré quién
eres”. El dialecto chileno se ha ido desarrollando paulatinamente, ya que de
varias lenguas se ha construido el habla que usamos cotidianamente, desde
nuestros pueblos originarios (mayoritariamente las provenientes del mapudungun)
y obviamente del español.
Por
otra parte, es importante considerar que los españoles ya habían tenido acercamientos con
las lenguas de los pueblos centroamericanos y sudamericanos, por lo tanto, ya conservaban
los aportes lingüísticos de los diversos pueblos de América. O sea, todos aportaron
con la lengua nacional, una lengua trenzada
como un chaleco tejido por alguna abuelita sobre protectora.
Quizás
tejer algún chaleco para algunos es un verdadero cacho, sí un auténtico cacho.
Una palabra bastante periódica en el habla del chileno y al igual que otros
celebres términos tales como: callampa, cocaví, concho, huincha, nanay y
pitearse son provenientes del quechua. Por lo tanto, efectivamente nuestro dialecto se ha ido formando a través de diferentes
idiomas. Nuestra lengua es un chaleco que muchos han tejido y se sigue
tejiendo.
Porque
somos fieles amigos de la “í”, y a estas
alturas ya no se sí la señorita “í” es una buena junta para el chileno o no. Lo
que no cabe dudas es que la distinguida vocal está impregnada cada vez que un chileno
osa en abrir la boca: “Que querí, eso
tení, quién erí, de donde vení”. Cuando se está en confianza es muy común
que aparezca la “í”, sin embargo, todo en exceso hace mal y muchas juntas con
la dama “í” evidentemente no es conveniente.
Sin
embargo, al juntarse la “a” y la “i” son
dinamitas, si hacemos un listados de las duplas peligrosas de Chile lejos las “ái”
liderarían el ranking e incluso en desmedro de los Sa-Za o esas duplas que
vemos en la política. Ese dúo no posee
benevolencia ni escrúpulos, muchos son los que han caído en más de una
oportunidad a las redes del “ái”, es difícil de combatir ante esa dupla
pero no imposible. “jugái, cantái, bailái, vayái, soñái, etc...”, léxicos típicos del
chileno, no obstante, ninguna sobresale al tan usual “Cómo estái” o “Cachái”,
pero este último merece un párrafo aparte.
Yo no sé qué hicieron para que se destrozaran
las relaciones entre algunos chilenos y ellas, así como se está bien amistados
con la “í” y las “ái” asimismo hay enemistades, es el caso de la “s” y “d”. Por
flojera y costumbre, así de breve y conciso, porque la aspiración de la “d” y
“s” es patente, por ende, es frecuente escuchar: “¿qué hací ahí para’o?, anda a lavarte lah manoh pa´ que almorcemoh
altiro, nah que dehpue”.
En fin, si no conciben que julepe y miedo sean
sinónimos es porque simplemente no cachan
del dialecto chileno, sí no cachan. Es sin lugar a dudas de las palabras más
mencionadas por los chilenos, lo conjugamos como queremos: yo cacho, tú cachas,
usted cacha, nosotros cachamos y ustedes cachan, más encima es multifuncional,
ya que tiene más de un significado. Por otra parte, tenemos al pintoresco e
imperecedero cachái, tan común como un choripán en Septiembre el cachái ya es
costumbre.
El nivel cultural influye obviamente en el
lenguaje utilizado, porque claramente hay palabras que no todos mencionarían y
otras dignas del popular “Huaqui”.
También se han
adquirido al dialecto chileno frases célebres de comediantes, futbolistas, señoras
de futbolistas, chicos realitys, personajes de teleseries y fenómenos de
internet.
Por eso no es
sorprendente si se escucha: La pura car’e cuica, la master plop, papito papurri
papá, ¿me entendí? , ileal, ¡toma cachito e’ goma!, gracias no se molesten,
etc.
Chile, país de poetas
y anti-poetas, tierra de Pablo Neruda, Vicente García-Huidobro, Pablo de Rokha,
Gabriela Mistral, Nicanor Parra entre otros, sin embargo, claramente no andamos
por la vida hablando al igual que esos ilustres personajes. No decimos “que
individuo más desapacible” claro que no, decimos “que hueón más pesa’o”, o no
es así.
Amigos de la
cuestión, el hueón(a) o el denante aun
así nos entendemos, no es lo más óptimo que se dialogue de esa manera en lo
absoluto, sin embargo, así habla la mayoría de los chilenos.
Que en Chile no se
escuche un po’, cachái o un al tiro sería tan imposible como que Tom atrapara a
Jerry o Don Ramón pagará los catorce
meses de renta. En fin, sería utópico discurrir que todas esas situaciones
ocurrieran en nuestro país y además algo de identidad que se conserve ante
tanta pérdida identitaria que sufren los chilenos en la actualidad.