Maricón sonriente


Este personaje es sólo una falsa careta. Nada más.


En esta vida loca estamos expuestos a situaciones francamente inexplicables y fantásticas. Es como si estuviésemos expuestos a un cuento de Gabriel García Márquez, es decir, residir en el realismo mágico con elementos maravillosos pero paulatinamente nos acostumbramos o nos adiestran  a diversas circunstancias que forman parte de la cotidianidad. Un cuento que somos personajes y no entraré en discusión si existe o no ese narrador omnisciente, el cual posee miles de fieles, sin embargo, un personaje que sí coincidimos todos en su existencia es aquel tipo con una sonrisa nata y falsa a la vez, un cinismo perfecto y una imagen prestigiosa que muchos la creen.

Un personaje inigualable, con una perfil prestigioso, la cual debe cuidar por sobre todas las cosas, un tipo bonachón que intenta ser agradable y así logra mantener su poder y  se esconde detrás de un disfraz. 

Lamentablemente en nuestra sociedad generalmente prevalece más la imagen de una persona ante sus ideologías y pensamientos, por ello este tenaz personaje prefiere mantener intachable su aspecto. No obstante, detrás de ese terno y falsa sonrisa se esconde un persona muy disímil a la que todos se imaginan. ¡Pobre hombre imaginario!

Pues claro, nosotros apreciamos la silueta íntegra de esta persona y con ella nos quedamos y hasta convierten a este personaje en un ser adorable y respetable. Basta investigar un poco y analizar bien para darse cuenta que este ser intachable es una simple caricatura. Una paupérrima caricatura.

 El cinismo en su máxima expresión, falsea de lo lindo con su “respetada imagen” pero no es nada más que eso una imagen. Su ineficiencia se puede apreciar de manera continua, ya que le encanta prometer pero a la hora de concretar deja mucho que desear, práctica la demagogia por vocación, se hace el autoritario pero carece de liderazgo, sus opiniones poco y nada interesa y para que mencionar si es capaz de resolver problemas.

“En la tierra hace falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más que esperen recibir menos y dar más que digan mejor ahora que mañana”
Ernesto Guevara.

Su miedo por innovar es abismal, todo lo nuevo es peligroso  porque para él sí pasó de moda la locura, por ello en sus principios prevalecen viejas doctrinas que no conllevarán al éxito ni menos resolverán las necesidades de la gente. Puede manejar situaciones y dejar satisfecha un sector, posee ese poder de “bajar el perfil a los problemas” y compensar con la tan cliché frase: “No se preocupe estamos trabajando para usted”. Qué no se pase de listo, que desenmascararlo no cuesta tanto y creerle a este personaje depende de nosotros.

Pueden prometer diversas cosas, un estadio, salud gratuita, educación de calidad e integra, etc. Bien sabemos que esas palabras quedan en el viento y jamás las delimitarán. Luego al verse superado con tamaña promesa se llenará de eufemismos  y usarán su larga lista de modismos para intentar controlar la situación. ¡Cómo no! Así es fácil ser un personaje tan distintivo para cierta parte de la sociedad.

Al fin y al cabo este mediocre personaje es sólo un tipo que recibe órdenes, claro está que son títeres del sistema o sino de un tipo que alimenta sus fantasías y lo mantiene como un tonto útil y figura de su proyecto. Se convierte finalmente en la cara visible de “x” institución, por lo cual recibe cargo como director de un establecimiento o candidato político de un partido político, pero sabemos muy bien que recoge mandatos de otro ser superior a él con la diferencia que a ese crudo y vil personaje no le interesa poseer una imagen perfecta, por contrario al mezquino maricón sonriente.

Ay maricón sonriente… que triste tu realidad pero una lástima que aun conociendo tus falsedades sigas teniendo adeptos.