Te odio.


       ¿Qué sería del fútbol sin un máximo archirival
¿A quién se le dedicarían cánticos? 
¿A quién se le va querer ganar a toda costa?


Un padre regalonea a full con su pequeño hijo, todo va de maravillas, poco parece importar que “el regalón” tenga la casa convertida en un vertedero, nada irrumpe con el amor paternal, hasta que el niño osa en decir la palabra inhibida, esa que no se debe pronunciar en el hogar. El nombre del archirival.

Por más que algunos detractores de este deporte se esmeren en decir que sólo es un juego, sabemos muy bien que la cosa no es así, al contrario, y qué mejor que verificarlo analizando el rostro de algún hincha después de ganar o perder un clásico. Si es que sale vencedor todo le es felicidad, le da lo mismo si sube o no el valor del transporte público o el pan, sin embargo, si es derrotado no se le puede hablar por un largo período. El fútbol muchas veces es el responsable del estado anímico de la semana siguiente.

La caprichosa nos hace diversos regalos, el amor y fidelidad a un club, alegrías y tristezas de vivir aquella adhesión, ídolos, momentos sublimes y verdaderos funerales futboleros y hay que decirlo también nos da un eterno adversario. Ese equipo que no se puede ver, al cual se le desea lo peor de lo peor, al que se mira de reojo, ese que se aborrece pero se necesita. Tal como escribió García Márquez: “El odio y el amor son pasiones recíprocas”.

Pareciera extraño, insólito e irónico, pero esta rivalidad mutua y declarada pareciera indicar que el contrincante por excelencia “da lo mismo”. No obstante, ambos se solicitan e inclusive se buscan constantemente. El hincha común y corriente que en su vida cotidiana satiriza con la situación del rival, provocando y buscando la respuesta inmediata o los propios jugadores lanzando dardos a su querido rival y anhelando que el juego coexista una recíprocidad.

Numerosos procedimientos se ejercen para manifestar todo el “amor” que se siente hacia el despreciado contrincante. De partida no se nombra, pues claro mejor ejercer un sinfín de epítetos para evitar llamarlo por su verdadero nombre, por ello es normal escuchar equipos con el calificativo de: la contra, los de la vereda de al frente, los otros o también calificarlos por su posición en la Tabla. Soslayar cualquier tipo de noticias relacionada a ellos. Una que otra morisqueta no viene mal. La irracionalidad y la pérdida de raciocinio es un “mal” que se adopta con el fútbol, por entonces no es anormal que una “salida de madre” se adueñe del hincha y le dedique un tierno rosario al club opositor. Siempre hay un jugador insigne en un club, bueno con él siempre se va a ensañar, por lo general. 

La rivalidad es buena, ya que hace aún más atractivo este deporte y genera un condimento especial. No obstante, es cuestionable todo acto de violencia, porque cualquier persona con un poco de educación y cultura no llegaría a los golpes tomando como excusa su club de fútbol.

Ya en el momento en que se empieza a palpitar el encuentro con el rival todo es distinto, una mezcla de ansias y nervios florecen en un santiamén y se adueñan del seguidor, es el partido que no se puede perder y se gana como sea y cuando es "como sea" es literal. Se gana como sea, así de breve y conciso. En el pitazo inicial se experimentan transformaciones que sólo un duelo trascendental puede generar, como aquel hincha que se vuelve religioso siendo ateo o ese que en su vida ha prendido un cigarrillo y de tantos nervios ya se ha fumado la cajetilla. Eso y más generan las aspiraciones de imponerse al máximo rival. Si se vence es sinónimo de seis meses de tranquilidad, de lo contrario son largos seis meses de angustia, impaciencia y añorando el próximo encuentro.

¿Apoyar al rival por el bien del fútbol nacional? ¿Qué es eso? Debe ser un chiste de mal gusto. Seamos sinceros y no hipócritas, nunca se va pretender ver celebrar al hincha antagonista, por muy familiar o amigo que sea.

"La medida de nuestro odio es idéntica a la medida de nuestro amor"
Carlos Fuentes.

Por último, aún no se logra comprender a aquellos que crucifican una rivalidad futbolera, que hablan de un fanatismo idiotizado y satanizado.

Si el tema es más que sencillo, uno quiere ver a su equipo festejar y al archirrival hundido en el abismo de la derrota. Es la esencia del fútbol.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El weon con odio a su gran rival jaja, pero está bien si al final es lo que todos sentimos hacia el archirival y no vamos a querer que ganen.

Anónimo dijo...

Y pensar que hay una persona que a duras penas nombra a su rival, cuando el titular del diario salen ellos él se tapa la nariz como si hubiese mal olor, que estuvo todo el año webiando con sus manos mostrando sus 5 dedos, que detesta todo lo que es relacionado con ellos o este año que fueron campeones de seguro ni vio las noticias o que le festina todo a su ídolo porque siempre le hacia goles.

Creo que ahora escribe en un blog, creo... Jaja pero está bien la columna weon.

Anónimo dijo...

Para qué estamos con cosas, si dejamos al descubierto cierta bronca hacia el archirrival, y disfrutamos cuando ellos andan mal.

Quizás la palabra odio sea un poco fuerte, pero se entiende el contexto claramente.

Anónimo dijo...

Nos ponemos un poco simio ante estos temas, y todos los sacamos a relucir. Pero hay tipos que no ayudan mucho y fomentan el simiaje cono Herrera o Rivarola en su tiempo, que parecían chunchos y anticolocolinos o al revés de hecho.

El fútbol nos pone así, pero ojo que la provocación contraria aún más. Saludos estimado.

Anónimo dijo...

Qué lata que Colo Colo no tenga clásico, en realidad no necesita si es el mejor.